05-01-2018
Compartimos con ustedes el documento elaborado:
“Primer Jornada sobre Infancias y Adolescencias hoy. Una lectura ética, clínica y política de las y los trabajadores del Estado, en el campo de la Salud Mental”.
DOCUMENTO
El 25 de agosto de 2017 tuvo lugar la primer Jornada Infancias y Adolescencias hoy. Una lectura ética, clínica y política de las y los trabajadores del Estado en el Campo de la Salud Mental; con motivo de la misma se elabora el presente documento.
La propuesta para organizar dicha jornada surge de la convocatoria realizada por el sector de Salud Mental del Hospital de Niños Dr. Orlando Allassia. A partir de aquí se comenzó con el armado del colectivo en donde los y las profesionales del Campo de la Salud Mental: psicólogas, psicopedagogas, trabajadoras sociales, educadoras, terapistas ocupacionales (que ejercen su práctica en el ámbito público, tanto municipal como provincial, en los tres niveles de atención del sistema sanitario, como así también equipos socio educativos dependientes del Ministerio de Educación); asistieron a reuniones en las cuales se intercambiaron posturas, experiencias, preocupaciones y consideraciones clínicas. En las mismas emergió como eje transversal las infancias y adolescencias, como un eje complejo y en permanente construcción, así como también su lugar en la época y en las políticas públicas.
Consideramos la conformación de este colectivo de trabajadores y trabajadoras implicados en el campo de la salud mental que trabajan con infancias y adolescencias, como un modo posible de hacer lazo frente a la lógica disruptiva del mercado y sus reglas, que imponen una solución para todos y todas bajo categorías que responden a sus intereses como modo de tratamiento al lugar del niño y niña en la época, y por sobre todas las cosas de esos niños y niñas pobres, excluidos, que deben armarse un cuerpo y una psiquis en condiciones muy desfavorables, donde lo posible y lo prohibido se desdibuja; donde la función de otros adultos que puedan alojar esa vida también se encuentra bajo los ejes de una exclusión deshumanizante, y es cuando el Estado más posibilidades y responsabilidades tiene con sus dispositivos para intentar alojar u ordenar algo de lo posible y esperable para estas subjetividades.
Desde nuestra clínica en los dispositivos del Estado podemos dar lugar a esas palabras que representan al sujeto, a un decir menos doloroso, pero cuando los riesgos de vida y abusos irrumpen debido a las múltiples violencias (abuso sexual, violencia de género, violencia institucional, violencia obstétrica, trata de personas, maltratos, padecimientos escolares- en lo escolar, etiquetamiento, medicalización, discapacitación, etc) que proliferan sobre todo en los sectores vulnerados por el sistema, se necesita contar con un entramado fortalecido donde poder hacer valer el derecho a vivir de otra manera de esta población que solo cuenta con dispositivos estatales donde acudir. Para esto se necesita de políticas públicas fuertes y estables, que no dependan de gestiones e improntas de funcionarios o equipos, sino que puedan anclarse, es decir: presupuesto; supervisiones; personal idóneo y capacitado; espacios adecuados; diagnósticos de situación interdisciplinarios; estrategias acorde a las leyes que nos rigen, desde los derechos humanos y con perspectiva de género.
Consideramos necesario reflexionar para luego construir políticas públicas concretas en el Campo de la Salud Mental en infancias y adolescencias desde el Paradigma de la Complejidad (conceptualización de E. Morin), para que no queden en manos del mercado y en nombre de la ciencia los destinos de las infancias y adolescencias; los que se ven favorecidos por los modos existentes de considerar las manifestaciones corporales en tanto déficit, anomalías, síndromes o trastornos, desde un paradigma cientificista, positivista y reduccionista; el cual propone clasificaciones universales en base a signos y síntomas para prescribir formas estandarizadas de tratamientos y medicalización.
También, existen otros modos de considerar a dichas manifestaciones de las infancias y adolescencias como decires propios de una subjetividad que padece, posición que se orienta a pensarlos como un intento de respuesta subjetiva, aunque fallida y rudimentaria; se trata de creaciones singulares al servicio de un trabajo de defensa del sujeto frente a la angustia. Por lo cual, cada manifestación porta una significación singular que conllevará a una terapéutica y a una ética que respete el caso por caso, que debe ser abordada desde los múltiples determinantes en la vida de un sujeto. Este último es el posicionamiento ético del colectivo, que portando diversos saberes y desarrollando sus prácticas en contextos también diversos, considera los padecimientos subjetivos como el resultado de un hallazgo y un trabajo singularísimo que cada niño, niña o adolescente ha realizado en un intento de reasegurarse ante traumas y angustias a los que se ven confrontados en los avatares de sus vidas. El modo de escuchar esto en nuestros dispositivos del Estado, nos orienta para debatir qué políticas publicas consideramos mejores que otras, qué dispositivos apuntalan la subjetividad y cuáles la sofocan y homogenizan con criterios capitalistas de éxitos y rendimiento.
Nos convocamos y encontramos desde la responsabilidad social que cada uno de nosotros sostiene en el Estado; esto generó realizar una pausa para producir. Es por ello que éste documento intenta visibilizar lo que aun hoy permanece oculto, para algunas miradas. Pausa como breve interrupción del movimiento, acción o ejercicio; es un detenerse que también resulta necesario en el encuentro con cada niño, niña, adolescente, familia, docente, etc., todos aquellos con quienes llevamos a cabo cada una de nuestras prácticas. Detenernos, hacer una pausa, es también no comprender demasiado pronto.
Nuestra apuesta está en esta vía, armando preguntas en las grietas, los bordes, en lo que no se ve a simple vista, no respondiendo desde las lógicas absolutas que obturan el malestar subjetivo o institucional, sino dándonos estas pausas activas y críticas para ofrecer las condiciones para que pueda emerger algo respecto de ese malestar, y visibilizarlo para luego poder “tratarlo”.
En función de los trabajos presentados concluimos que la omisión y la ausencia de políticas públicas en infancias y adolescencias desde el campo de la Salud Mental, representan una decisión política; por ello, mientras no haya un plan de acción con presupuesto asignado que permita la creación de centros de atención comunitarios; dispositivos lúdicos–creativos, y de estimulación temprana; equipos interdisciplinarios en los hospitales y en las cárceles; dispositivos clínicos de alojamiento para niñas, niños y adolescentes en situaciones de crisis subjetivas; entre otros tantos dispositivos a implementar por fuera de la patología y la discapacidad, las políticas en infancias seguirá respondiendo al viejo Paradigma del Modelo Medico Hegemónico Reduccionista que deja por fuera el contexto y la Subjetividad.
Esta jornada y la construcción de éste colectivo representan el inicio a pensar que si bien el malestar nos atraviesa a todos y a todas, apostamos al trabajo en equipo, al trabajo entre varios, a ceder omnipotencias, a correrse del lugar de EL SABER, a escuchar y escucharse, a tejer puentes y lazos que nos permitan construir estrategias en conjunto, para llevar adelante la trasformación de lógicas manicomiales. Transformación que no solo consideramos necesaria sino posible, dado que contamos con la ley de Salud Mental y su reglamentación, pero implementarla requiere mucho más que modificar representaciones sociales, sino también de decisiones y acciones políticas concretas que trasciendan en el tiempo.
Firman
Victoria Rinaldi. Lic. en Psicología. Mat.: 843
Macarena Palacín. Lic. en Psicología. Mat.: 1841
Verónica Berisvil. Lic. en Psicología. Mat.: 978
Virginia Erni. Lic. en Psicopedagogía. Mat.: 595
Lucia Schnidrig. Lic. en Psicología. Mat.: 1699
Guadalupe Martínez. Psicóloga. Mat.: 612
Romina Fernández. Lic. en Psicopedagogía. Mat.: 553
Anabella Melano. Lic. en Psicología. Mat.: 740
Lorena P. Aguirre. Psicóloga. Mat.: 340
Florencia Pacciti. Psicóloga. Mat.: 512
Natalia Sobrado. Psicóloga. Mat.: 909
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