05-05-2020
Reflexiones ante las políticas en salud en la Región en tiempos de Pandemia, a cargo de la Ps. Marisa Mántaras.
El Ministerio de Salud de la provincia considera prescindibles a los psicólogos y su labor.
Por Ps. Marisa Mántaras[*]
Ante la situación que estamos transitando y las restricciones impuestas para impedir la transmisión del covid-19, los psicólogos_ trabajadores de la subjetividad_ acordamos con las primeras medidas impulsadas por las autoridades nacionales, garantizando desde el Estado el derecho a la salud y su preservación como prioridad de los gobiernos y recuperando el ejercicio de la prevención como el nivel de atención del Sistema de Salud de primera elección en todo momento,(y no solamente cuando se cuenta con productos farmacológicos que resuelvan la situación). Reforzar el primer nivel de atención y fomentar el desarrollo de mejores condiciones sanitarias para toda la población de este país esperamos sea una tarea prioritaria para las autoridades, ya que lo que develó la pandemia es la escasez de recursos para proteger la salud y bienestar de amplios sectores de nuestra sociedad.
Queremos expresar nuestra preocupación ante algunos fenómenos que se comprueban en las prácticas en la mayoría de los efectores de Salud de la región:
-En primer término, repudiar enérgicamente la decisión del ejecutivo provincial de excluir al ejercicio de la psicología de las disciplinas habilitadas para atender presencialmente. Esto revela un flagrante desconocimiento de las leyes vigentes en Salud Mental, una perspectiva reduccionista de la salud, centrada en lo tangible de la corporeidad y una regresión al Modelo médico hegemónico.
-El concepto de salud que se expresa en las recomendaciones retorna a una concepción meramente biologicista, centrando la atención en la detección del SARS-CoV-2, sin tomar en cuenta que las medidas de protección, como casi todos los medicamentos que conocemos, traen aparejados efectos indeseables que debemos conocer y prevenir también, en la medida de lo posible. A la fecha, estudios internacionales suman a las víctimas fatales por la pandemia el de casi 40.000 muertes más por desatención de dolencias graves. En nuestro país, la epidemia por dengue, la tasa de infartos y ACV espectacularmente reducida de acuerdo a las cifras de consultas, por citar solo algunos ejemplos, demuestran claramente que se incurre en el delito de desatención y abandono de personas con la excusa del covid-19.
- Las reacciones subjetivas al distanciamiento presencial obligatorio se hicieron presentes y cotidianas en amplios sectores de la población. La mayoría de las recomendaciones internacionales y nacionales que circularon se reducen a buenos consejos de administración personal de ansiedades, temores y dificultades varias. Las mismas insisten en que muchas de estas reacciones son normales, esperables y no deben ser patologizadas. Coincidimos con esa perspectiva, eso no implica que por no etiquetarlas estigmatizantemente no requieran atención profesional para superarlas o para que no se conviertan en situaciones problemáticas (prevención nuevamente). Repudiamos esta concepción de salud que centra la asistencia en la enfermedad, exigiendo un diagnóstico patológico para ingresar al Sistema de Salud. Las personas merecen atención solo porque la requieren, es su derecho.
-Las estrategias sanitarias implementadas se centran en el profesional de la medicina, no se constatan debates con los equipos de Salud interdisciplinarios, no solamente por su escasa instalación previa, sino fundamentalmente porque no se consideran debatibles las imposiciones, cuando si lo serían los modos de impulsarlas. El primer axioma de la Medicina es “primero no dañar”.
- Es indispensable garantizar la continuidad de tratamientos, como de hecho se estuvo realizando en las especialidades médicas. Suponer que las psicoterapias pueden suspenderse sin consecuencias, como de hecho se comprueba en la mayoría de los centros de salud territoriales, deja amplios sectores de la población sin la asistencia que venían teniendo y exponiendo una vez más a los más vulnerables. Denota un menosprecio por el padecimiento psíquico y la labor de los psicólogos. Una investigación del CONICET a una semana de instalada la cuarentena alertaba sobre el incremento del consumo de psicofármacos, demostrando no solamente el sufrimiento psíquico que las medidas de restricción producen, sino fundamentalmente los recursos a los que conminamos a las personas si no se contemplan otras estrategias.
-El uso de la comunicación que el desarrollo tecnológico permite es una herramienta que se ha comprobado muy interesante, pero queremos remarcar su estatus “paliativo” como sustituto transitorio de la presencia del terapeuta ante una situación extraordinaria (como se establece habitualmente cuando las situaciones singulares de los pacientes así lo requieren). Las prácticas on-line o virtuales suponen sus propios efectos indeseables: los pacientes se encuentran en el medio familiar rodeados de aquellos de los que suelen hablar en sus sesiones, el caso paradigmático sea quizás el de las mujeres conviviendo con sus agresores; no garantizan ni el debido resguardo de la intimidad del paciente ni el secreto profesional con lo cual se viene posponiendo hasta la actualidad su reglamentación por parte de las autoridades competentes. Es inaplicable en diversos casos de la práctica habitual: instalación de la relación transferencial, niños pequeños, problemáticas del lenguaje, conflictos familiares, etc. A esto debemos sumarle que grandes sectores de la población no cuentan con los recursos para continuar vía remota sus terapias, y tampoco se cuenta con el equipamiento adecuado a tal fin en la mayoría de los efectores de salud, tanto estatales como privados. Esto implica en la práctica que solo las clases medias pueden acceder a sus tratamientos profundizando la inequidad social.
-Las medidas aconsejadas por las autoridades se encuentran reñidas con los intereses mercantiles de las prepagas y obras sociales que aprovechan inescrupulosamente esta oportunidad para no reconocer prestaciones no tradicionales, primero: manifestándose una vez _más como lo hemos demandado desde este colegio en numerosas oportunidades_ como la principal resistencia a las transformaciones en Salud Mental (aún algunas exigen derivación psiquiátrica, ponen topes financieros a la duración de las terapias, no reconocen la libre elección profesional ni las numerosas corrientes teóricas que pueblan nuestra disciplina, no reconocen la interdisciplina, etc.), negándose a cumplir con las recomendaciones de las autoridades con suficiente impunidad. Segundo, poniendo a los psicólogos en el dilema de sostener los tratamientos sin saber si los mismos serán pagados o dejar a sus pacientes a merced de sus obras sociales.
-Los efectos del “confinamiento”, “aislamiento” o “encierro” han sido largamente teorizado como iatrogénicos desde la Salud Mental. La restricción a la libertad de los ciudadanos ha comenzado a ocasionar numerosas manifestaciones, la mayoría de ellas respuestas esperables del psiquismo humano ante una situación de alarma generalizada. Con porcentajes similares a los de infección por Covid-19, nos atrevemos a afirmar, que un 2 ó 3 % de la población requerirá consulta presencial con profesionales idóneos para resolver su situación.
Por lo antes expuesto es que solicitamos resguardar el derecho a la salud mental de la población (art. 3 Ley N° 26657) permitiendo a los psicólogos desempeñar su tarea en forma presencial con los recaudos que la situación amerita.
Para finalizar es indispensable destacar que el temor y la alarma excesivas a la que está expuesta la población, primordialmente por sobreinformación, son poderosos depresores del sistema inmunológico comprobados desde la ciencia empírica; que solo un porcentaje muy reducido de pacientes infectados con SARS-CoV-2 desarrollará afecciones graves que requieran medidas asistenciales extremas, y que los padres de microbiología infecciosa han hecho hincapié sobre las verdaderas causas de la enfermedad por infección: el estado del huésped y no sólo la potencia del patógeno.
[*] Marisa Mántaras, es Psicóloga, Psicoanalista, Mag. en Salud Mental. Asesora de la Comisión Directiva en Salud Mental.
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